Historia

 

Sonora ha sido testigo de grandes cambios históricos para el país, artífice de magnos eventos revolucionarios, grandes luchas indígenas y un espacio de transito comercial muy importante en México.

Esta región es objeto de estudio de arqueólogos e historiadores que continúan encontrando vestigios prehistóricos, huesos fósiles muy grandes que indican que en Sonora abundaban las zonas boscosas, que servía de guarida y paso migratorio, tanto de personas como de especies.

Esta tierra ha dado cobijo a un sinnúmero de inmigrantes europeos, asiáticos, americanos, indios y familias de todas partes del mundo que buscaban encontrar un hábitat similar al de su proveniencia, es así como se plantaron semillas de innovaciones tecnológicas en el campo y la fruticultura, minería, ganadería, procesos industriales, forja de hierro, tejido e hilado, nuevas herramientas para fabricar accesorios de guerra y otros grupos cuya labor fue fincar en muchos pueblos la religión que profesaban.

Un breve relato de nuestra historia

Acerca de la etimología de la palabra Sonora, no están conformes las relaciones consultadas. Afirman unas que viene de la voz Señora, y que mudada la ñ en n quedó Senora, para convertirse después en Sonora; otras aseguran que se deriva de la mucha riqueza de la tierra.

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Un escrito anónimo, de un religioso jesuita, asienta que: «el nombre de Sonora, según la opinión de los indios viejísimos que aún viven (Julio de 1730), le viene de un ojo de agua cenagoso que está a media legua del pueblo de Guepaca, y parece el medio de la provincia; en este ojo de agua había antiguamente una numerosa ranchería de indios que usaban hacer sus casitas de las cañas y hojas de maíz; a estas llaman en su lengua Sonot en el recto, y en el oblicuo Sonota; oyeron los primeros españoles el vocablo, y no pareciendo bien Sonota pronunciaron Sonora, de donde cogió toda la Provincia el sonoro y armonioso nombre.» Aún pudieran añadirse otras opiniones.

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La provincia de Sonora propiamente dicha, no ocupaba la misma superficie que el Estado actual; se extendía solo desde el río Gila hasta el Yaqui, quedando fuera de su demarcación el terreno que se extiende hasta el río del Fuerte. Confinaba, pues, la Sonora con el río Gita al Norte; al Este con la Sierra Madre y los tarahumares; al Este y al Sur con la provincia de Ostimuri; y al Oeste con el mar de Cortés, apellidado también mar Rojo, mar Pímico, golfo de California, mar Rubro.

El río Yaqui o Yaquimi, límite de la provincia al Sur, es el mayor de la comarca; nace en Tamitzopa, pueblo despoblado de la misión de Baserac; en Guasavas toma la denominación de Grande, y no se le dice Yaqui hasta pasar el pueblo de Buenavista y atravesar las poblaciones de los yaquis; los jesuitas le apellidaron río del Espíritu Santo.

Sonora se constituyó como entidad Federativa por Ley del Congreso General el 13 de octubre de 1830, pero fue hasta el 14 de marzo de 1831 cuando se hizo efectiva y se instalaron las primeras autoridades.

Al crearse como “entidad”, Sonora y Sinaloa estaban unidas en el llamado Estado de Occidente, formado en el año de 1824 mediante Acta Constitutiva de la Federación.

Somos el resultado de las capitulaciones celebradas en marzo de 1637, entre el General Pedro de Perea y el virrey de la Nueva España, duque de Escalona.

El General de Perea, ante sus incursiones y conquistas, aseguró el dominio español en esta región que denominó la “Nueva Andalucía”.

El nombre de Sonora se impulsó hasta 1648.

Una gran aventura de conquista misionera se llevó a cabo en Sonora cuando prevalecían grupos étnicos que profesaban otras prácticas religiosas; aquí se realizaron fabulosas campañas de concientización, largos trayectos a caballo por lugares abruptos y eminentemente desérticos, luchas frontales con grupos extraños que se dedicaban al saqueo a transeúntes, capacitación moral y técnica y muchas cosas que fincaron las bases del cambio a niveles regionales, dónde poblados enteros se fueron transformando bajo éstas expectativas, todo ello nos inculcó el Padre Jesuita Don Eusebio Francisco Kino, con sus 40 expediciones a lo largo de 24 años, dejando así un gran legado de obras y rutas ampliamente reconocidas.

Fue fundador y organizador de las misiones del norte del estado, como la Pimería Alta; cabe mencionar que en todo su trayecto construyó un sinnúmero de iglesias, como parte de su gran legado.

26 años después de la Consumación de la Independencia de México, Sonora sufrió la pérdida de una importante parte de su territorio. Cuando se declaró la guerra con Estados Unidos en 1847, perdimos más del 50 por ciento de sus tierras, 109 mil 574 Kilómetros cuadrados, en el “Tratado de La Mesilla”.

En la época de la Reforma, el Estado sufrió otra invasión en marzo de 1865 del Ejército Francés. La batalla se libró en Álamos, por ello se le denomina “La Batalla de Álamos”.

A Hermosillo llegaron también grupos de soldados Franceses que fueron desalojados en 1866. En estas batallas sobresalieron los generales republicanos Ignacio Pesquería, Jesús García Morales y Ángel Martínez.

Ya en la época de la Revolución, Sonora destacó como la cuna de la Revolución por ser el lugar donde se levantó el primer movimiento obrero con la huelga de Cananea en 1906, inspirando posteriormente la huelga de Río Blanco en el estado de Veracruz y luego la lucha armada de 1910, cuando inició la Revolución Mexicana.

En 1929 los generales sonorenses Álvaro Obregón, Abelardo L. Rodríguez, Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles, elaboraron el “Plan de Agua Prieta” el 13 de abril de 1920, en contra del Presidente Venustiano Carranza.

A partir de este mismo año cuatro sonorenses ocuparon la presidencia de la República: Adolfo de la Huerta en 1920; Álvaro Obregón en el mismo año; Plutarco Elías Calles en 1924 y Abelardo L. Rodríguez en 1932.

La historia de Sonora está llena de capítulos de gran relevancia que nos hablan de un pueblo rico en tradiciones, esfuerzo y la perseverancia para vencer los retos naturales.